El proceso evolutivo del ser humano en sociedad ha impulsado la indetenible transformación de la ciencia del Derecho ubi societas, ubi ius, tríada inseparable, humano, sociedad y Ley. Los Derechos Humanos son una muestra de ello, ante la constante necesidad de la especie humana de satisfacer sus necesidades básicas y las incesantes luchas que han mantenido a lo largo de la historia por su reconocimiento, desde una concepción iusnaturalista, hasta el abrazo del positivismo.

La Declaración de los Derechos del Hombre en Francia, la Declaración Universal de los DDHH entre otros, mas que constituir instrumentos internacionales de protección de los DDHH, son indiscutibles hitos históricos de preservación de la humanidad.

A pesar de los grandes esfuerzos de la sociedad civil organizada, la realidad nos ha hecho entender que no todos los hombres y mujeres han sido, ni son iguales ante la ley; hoy día existen graves desbalances en cuanto al concepto de igualdad. Lamentablemente, en pleno siglo XXI convivimos con varias formas de discriminación y esclavitud moderna, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) más de 40 millones de personas se encuentran en tal condición, de cuyo 70% son mujeres y niños. Abogamos por el derecho al acceso al internet, mientras en Libia, Corea del Sur, Mali y en otros países hay mercados de esclavos.

A pesar de que la democracia es la forma de gobierno más efectiva para protección de los DDHH, existen vicios como el populismo, la demagogia, la corrupción y el extremismo. Se adiciona la tendencia, en crecimiento, de regímenes totalitarios originados en elecciones pero que, al acceder al poder, aseguran el control hegemónico de las instituciones y subsecuentes procesos electorales se verifican como un mecanismo de perpetuidad, dejando a un lado la voluntad ciudadana expresada en el voto. Esto constituye un caldo de cultivo para la violación de DDHH a gran escala. La democracia no son elecciones, la democracia es la constante y perpetua necesidad de tutelar de manera efectiva y progresiva los DDHH de la ciudadanía.

Nuestra labor en defensa de los Derechos Humanos debe estar dirigida a impulsar el fortalecimiento del Estado de Derecho, sus instituciones nacionales e internacionales. También impulsar transformaciones en la Organización de las Naciones Unidas, que el poder de veto de los miembros principales del Consejo de Seguridad no siga constituyendo una herramienta de impunidad, que el Consejo de DDHH no sea una agrupación de gobiernos con sus intereses circunstanciales y se fortalezcan las atribuciones de la Oficina del Alto Comisionado(a) de DDHH para imponer sanciones a Estados parte y a personas que participen en la violación de los DDHH.

En otro orden de ideas, estamos en el deber de enfocar la mirada ante la posible aplicación inadecuada de las nuevas tecnologías y su tendencia a la discriminación e incluso a la deshumanización, apoyando un marco regulador que permita su desarrollo, siempre en sintonía con los principios y valores universales para la preservación de la dignidad humana.

A pesar de tales riesgos, como en las artes marciales, haremos uso de la inteligencia artificial, blockchain, internet de las cosas y el Big Data, para la defensa de los DDHH, desde una perspectiva que pudiera catalogarse como predictiva, una práctica de innovación social para la efectiva protección de los DDHH.

Tradicionalmente, la defensa de los DDHH se ha realizado de manera reactiva, ante situaciones de amenaza inminente o violación consumada de los DDHH. Mientras las actividades de prevención se ejecutan desde la promoción y la exigencia a los Estados de aplicación de políticas públicas de cumplimiento a los instrumentos internacionales de protección de los DDHH.

Con sistemas de indicadores basados en estas nuevas tecnologías, actualmente se puede visualizar una situación de deterioro social en el núcleo. Se debe actuar de manera preventiva al predecir comportamientos futuros o alertar sobre el agravamiento de una situación de conflicto armado. Igualmente ante un cambio en las tendencias de persecución a defensores de derechos humanos, o el aumento de aplicación de tortura, tratos crueles, violación del derecho a la vida de personas detenidas, modificaciones en los patrones de violencia contra las mujeres, epidemias, hambrunas o desplazamientos masivos de personas. Es imprescindible emitir llamados a la acción internacional con suficiente anticipación a la consumación de eventos indeseables, emitir alertas tempranas con fundamento tecnológico.

Es momento de decidir si la tecnología tomará un papel humanitario en los próximos años.

 

Juan Carlos Gutiérrez (Presidente del Human Rights Institute, WJA)

Rodrigo Rivas Yassín (Investigador Académico del Human Rights Institute)

De acuerdo