En la actualidad, estamos presenciando transformaciones revolucionarias en diversos sectores debido al auge de nuevas tecnologías, y la industria agroalimentaria no es ajena a estos cambios. El FoodTech, un término anglosajón que combina tecnología (tech) y alimentos (food), ha establecido un nuevo modelo productivo lleno de grandes oportunidades y retos. Este proceso nos permite observar la intersección de innovaciones, como la inteligencia artificial (IA), el análisis masivo de datos (Big Data), el internet de las cosas (IoT), la fermentación de precisión, la agricultura celular, la robótica y el Blockchain, con los hábitos de consumo y la producción de nuevos alimentos en las dietas tradicionales. Estas tecnologías están transformando la manera en que producimos y consumimos alimentos, optimizando la eficiencia, mejorando la sostenibilidad y ofreciendo soluciones personalizadas que se adaptan mejor a las necesidades y preferencias de una población global en crecimiento.

Simultáneamente, la adopción de AgroTech, que integra tecnologías similares en la agricultura, también está marcando una diferencia significativa en la forma en que se abordan los desafíos más críticos que enfrentan gobiernos, empresas y la sociedad en general. Estas innovaciones no solo mejoran la eficiencia y productividad agrícola, sino que también ofrecen soluciones clave para problemas urgentes como el cambio climático, la degradación ambiental causada por los monocultivos, la inseguridad alimentaria, la pérdida de biodiversidad y la deforestación. El uso responsable, regulado e informado de estos avances científicos contribuye a la creación de sistemas de producción más robustos, capaces de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras ni la salud del planeta.

Uno de los principales retos en el ámbito del FoodTech es la regulación de alimentos producidos mediante inteligencia artificial y biotecnología. Tecnologías emergentes como la carne cultivada en laboratorio, la fermentación de precisión y los productos alimenticios impresos en 3D requieren un marco normativo específico para asegurar su seguridad eficacia. Por ejemplo, la producción de carne a partir de células animales cultivadas en un entorno controlado ha generado un considerable debate. Aunque este sistema promete reducir la huella ambiental y mejorar el bienestar animal, y de acuerdo con un anuncio del Foro Económico Mundial, puede disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 96% en comparación con la ganadería tradicional, su introducción al mercado exige un trabajo legislativo riguroso que proporcione normativas claras sobre la aprobación de estos nuevos productos, su etiquetado y su comercialización.

En este contexto, es evidente que la IA está desempeñando un papel relevante tanto en la producción agrícola como en la cadena de suministro alimentaria. En la agricultura, los algoritmos avanzados analizan datos de múltiples fuentes para predecir condiciones climáticas, optimizar el uso de insumos como agua y fertilizantes, y mejorar los rendimientos. La FAO ha señalado que la agricultura de precisión puede aumentar los rendimientos de los cultivos hasta en un 25% y reducir el uso de insumos agrícolas en un 30%. De igual forma, en la cadena de suministro, la IA puede predecir demandas, optimizar rutas de distribución y minimizar desperdicios, mejorando la eficiencia operativa y contribuyendo a la sostenibilidad al reducir el uso de recursos. Por ello, los gobiernos deben responder a la velocidad de la innovación y desarrollar políticas públicas flexibles, seguras y adaptables al progreso social, económico, ambiental y tecnológico.

Sin duda, el FoodTech representa una gran oportunidad de inversión y de crecimiento económico sostenible para muchos países. En España e Iberoamérica, este sector posee un potencial óptimo para generar un impacto positivo a diversos niveles. La biodiversidad, junto con la riqueza cultural y gastronómica, constituye un entorno favorable para el desarrollo de una próspera industria agroalimentaria. Por ello, el derecho en todas sus ramas adquiere un papel esencial en la evolución de este campo.

Un ejemplo claro de esto es la protección de la propiedad intelectual (PI). Los derechos de autor, las patentes y los secretos comerciales protegen las innovaciones y permiten a las empresas recuperar sus inversiones en investigación y desarrollo (I+D), incentivando la creación de nuevas tecnologías y procesos industriales. Como resultado, las ideas innovadoras estimularán la formación de empresas capaces de generar beneficios y ventajas competitivas a través de la patentabilidad de diseños, productos e invenciones. Esto podría incluir desde un proceso específico de fermentación de precisión y una fórmula avanzada de probióticos, hasta un método mejorado de pasteurización, un suplemento nutricional innovador o un software que optimice algún servicio.

La tecnología alimentaria también ofrece oportunidades para abordar problemas de salud pública. En algunos casos, los servicios médicos podrían optimizarse mediante técnicas de personalización nutricional a través de IA, creando dietas específicas basadas en perfiles genéticos y necesidades nutricionales exactas. Esto podría ser una herramienta poderosa en la lucha contra la obesidad, la diabetes, el cáncer y otras enfermedades relacionadas con deficiencias alimentarias. Algoritmos programados podrían sugerir combinaciones de ingredientes para generar alimentos enriquecidos con vitaminas y nutrientes esenciales, mejorando las funciones digestivas, el sistema inmunológico y la salud general. En términos de seguridad alimentaria, técnicas avanzadas de envasado al vacío y métodos de refrigeración y congelación ayudarían a mantener la frescura y la salubridad de los alimentos durante más tiempo.

Por último, la sostenibilidad es un principio central en el desarrollo de FoodTech y AgroTech. La industria alimentaria es una de las principales fuentes de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático. Las plantas de procesamiento de alimentos utilizan energía, principalmente de fuentes no renovables, y el transporte de alimentos, especialmente a largas distancias, utiliza combustibles fósiles. Los alimentos desperdiciados que terminan en vertederos se descomponen anaeróbicamente, liberando metano. La expansión de tierras agrícolas a menudo implica la deforestación, liberando grandes cantidades de CO2 almacenado en árboles y suelos. En consecuencia, la adopción de prácticas y tecnologías sostenibles es esencial para construir un futuro alimentario que minimice los efectos negativos en la salud humana y del planeta.

Para construir un futuro alimentario sostenible, es esencial la colaboración entre innovadores, legisladores y la sociedad civil. Solo mediante un esfuerzo coordinado podemos transformar el sector agroalimentario, estableciendo un sistema eficiente, justo y ambientalmente responsable. El marco regulatorio debe evolucionar junto con las nuevas tecnologías, asegurando la seguridad alimentaria, protegiendo el medio ambiente y garantizando un acceso equitativo a los beneficios del avance científico. Esta cooperación debe incluir la implementación de políticas públicas que fomenten la innovación, incentiven prácticas agrícolas sostenibles y promuevan la investigación y el desarrollo. Los legisladores deben establecer normativas claras y flexibles que faciliten la adopción de nuevas tecnologías, mientras que los innovadores deben centrarse en soluciones que prioricen tanto la productividad como la sostenibilidad.

 

Eliana Bejarano,  Socia de Cremades & Calvo-Sotelo, PhD Doctora en Derecho

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