El Derecho es la base de nuestra sociedad; Por ello, los abogados debemos trabajar para hacer una sociedad más justa, donde empresas, instituciones y ciudadanos se desarrollen en libertad. Hablar hoy del futuro del Derecho es visualizar nuestra realidad social en un nuevo contexto, tremendamente condicionado por el fenómeno de la digitalización, que es, sin duda, la transformación más relevante que el mundo está experimentando. Somos protagonistas de lo que se denomina la 4ª revolución industrial, donde la sociedad digital está viviendo un cambio imparable que afecta a la forma de relacionarnos, comunicar, trabajar, comprar y vender o influir, pero los avances tecnológicos y la sociedad están yendo muy por delante del sistema legal. Todavía hay mucho camino por recorrer.
Los actuales retos económicos, sociales y políticos nos invitan a liderar y a ofrecer un nuevo nivel de servicio desde la abogacía, con impacto directo en el progreso. El abogado debe prepararse para afrontar nuevos servicios y reforzar áreas críticas como privacidad, delitos cibersociales, o apoyo a emprendedores, así como programas que ayuden a las empresas a adaptar sus procesos y sus operaciones a la transformación digital en la que están inmersas. Ambas tendencias están definiendo un nuevo concepto de servicio jurídico. Venimos de una abogacía reactiva y vamos a una más estratégica donde los sistemas de gestión y control han de apoyarse en la tecnología digital, con herramientas que faciliten la seguridad y la trazabilidad.
Se trata de un enorme cambio cultural en el que todos los agentes sociales políticos y económicos participen y que, además, necesitará el respaldo de la administración para crear y adaptar el correspondiente marco regulatorio. Y el momento es ahora. Si no se hace, sus consecuencias situarán a la sociedad digital en situación de indefensión jurídica, con implicaciones también desde el punto de vista sociológico. Este aspecto es muy importante ya que el “fenómeno digital” está configurando nuevos perfiles profesionales, nuevo talento y capacidades para responder a las exigencias de nuestro entorno actual:
Responder a un cliente más informado y global. El ritmo, la velocidad, la necesidad de actuar en “tiempo real”. La fusión de lo real y virtual, la inteligencia en todas partes, la movilidad. La transparencia. Luchar contra la mediocridad y los abusos sin miedo. El valor de las personas como centro de gravedad en las decisiones. Pensar en la automatización como una forma de agilizar las tareas rutinarias, dejando a las personas la capacidad de decisión y la estrategia.
La clave para convivir con estas tendencias es la gestión del cambio cultural, el principal facilitador hacia la transformación digital. Y hemos de hacerlo con ambición sana y confianza: Transformarse no es un fin en sí mismo, es un camino.
La transformación digital en el mundo de la abogacía ha de combinar todos estos aspectos: regulatorio, de conocimiento de los retos de negocio de los clientes, sociológicos y de gestión interna. Exige un plan estratégico, disciplina e involucración de toda la organización para crear una cultura emprendedora “in house”.
Pero, sin duda, el principal reto ante el futuro de la Abogacía es conocer y aprovechar la tecnología digital: Contar con plataformas de gestión de clientes integradas en la web, un sistema de automatización de documentos para ofrecer servicios más rápidos, flexibles y en tiempo real, evolucionar hacia los “Smart Contracts” y la paulatina incorporación de capacidades analíticas de última generación y, con más ambición, tecnologías cognitivas.
Uno de los aspectos más relevantes de la digitalización es el valor de los Datos. Cada asesoría legal que hagamos debe estar basada en Datos. Conocer a tu cliente más de lo que te conoce él a ti, y esto no es una opción. En 2020 más de 7.000 millones de personas tendrán un mínimo de 30.000 millones de dispositivos generando inteligencia en el sistema. Descubrir dónde está el valor de los datos no es tan difícil, pero implementarlo y convertirlo en acciones sí es complicado. Este aspecto debe ser objeto de los contenidos del plan estratégico en una Firma de Abogados.
Termino estas reflexiones sobre el futuro de la Abogacía: La tecnología es imparable y hemos de conocerla y aprovecharla en nuestro beneficio, en beneficio de las personas, las instituciones, la sociedad. Hay que rechazar la cultura del miedo. Hemos de profundizar también en todos aquellos aspectos que están expoliando literalmente nuestras mayores conquistas sociales en la sociedad del bienestar y reconocer que el derecho tiene grandes retos que cubrir en el ámbito de los delitos cibersociales, delitos contra el honor, los gravísimos delitos contra la seguridad e integridad de personas y países, y tantos otros que amparados en el mal uso de la tecnología y las redes sociales hacen estragos.
Yo soy un firme convencido del avance de las tecnologías y la digitalización, Cremades & Calvo-Sotelo nació hace 24 años como una boutique jurídica en servicios de telecomunicaciones. He estado siempre muy vinculado y comprometido con programas de innovación de base tecnológica, he seguido su evolución y he escrito algunos libros alrededor del mundo digital. Soy un abogado que mira con motivación nuestro futuro y cree en las nuevas oportunidades que la tecnología nos abre poniendo a la Persona en el centro de gravedad de todo este apasionante movimiento.
Javier Cremades, Presidente de Cremades & Calvo-Sotelo